Origen y distribución: Este aceite se obtiene de la presión en frío de la Rosa rubiginosa, un arbusto silvestre originario de Europa que también puede hallarse en países andinos como Chile y Argentina. En Argentina, está ampliamente distribuido en la patagonia, de donde proviene este aceite.
Propiedades: Sus virtudes radican en su composición rica en aceites grasos esenciales, especialmente linoléico y linolénico. Desempeñan importantes funciones al participar en la síntesis de prostaglandinas y leucotrienos (implicados en la cicatrización). Por esto, sus aplicaciones van desde la regeneración de tejidos dérmicos dañados hasta el retraso en la aparición de las líneas de envejecimiento prematuro, la recuperación de pieles afectadas por quemaduras o incluso radioterapia y la atenuación de cicatrices. Su pH de 5.1 lo hace afín a la piel, absorbiéndose rápidamente y actuando, no sólo en las capas externas, si no también en las interiores activando los fibroblastos, que sintetizan colágeno y elastina, responsables de la firmeza y elasticidad de la piel.
Se recomienda el uso de este aceite a las gestantes como forma de prevenir y tratar las estrías gravídicas y para minimizar la cicatriz tras una cesárea o episiotomía.
• Actúa de forma superficial como humectante, mejorando la hidratación de la piel.
• Nutre y regenera la piel atenuando visiblemente las cicatrices y las arrugas.
• Reduce la pérdida de agua en la epidermis –la capa externa de la piel- al reforzar y multiplicar la barrera de ceramidas (familia de lípidos).
• Corrige y previene los problemas cutáneos por fotoenvejecimiento al favorecer la autogeneración de melanina (pigmento).
• Revigoriza el fibroblasto, la célula dérmica productora del colágeno, ácido hialurónico, y elastina, y responsable de la firmeza y elasticidad de la piel.
• Para evitar estrías durante el embarazo es recomendable su uso durante el último trimestre de gestación en abdomen y pechos.
• Contribuye a redistribuir la pigmentación al atenuar – o incluso eliminar – las manchas de la piel producidas por acné, viruela, varicela, o provocadas por el sol.
USOS
Para utilizarlo en el rostro lo más habitual es mezclar unas gotas del aceite de rosa mosqueta con una crema. Es muy efectiva en pieles secas y maduras debido a su capacidad nutritiva y regeneradora. También se puede aplicar directamente sobre las zonas dañadas o fotoenvejecidas. El resultado es una piel suave, hidratada, y una notable disminución de las líneas de expresión. En casos de acné leve, se aplica una pequeña gota de rosa mosqueta sobre cada granito y se dan pequeños golpes con los dedos hasta su completa absorción. Para combatir estrías y cicatrices se aplica directamente en la zona y se masajea suavemente.
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Producto pensado, formulado, desarrollado, envasado y etiquetado, en las Yungas tucumanas.
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Su formulación combina sabiduría ancestral con innovación tecnológica y conocimiento científico.
Utilizamos plantas recolectadas con respeto, promoviendo el uso, conocimiento y cuidado de nuestra flora nativa.